El tierno


Y es que sí; ya me había acostumbrado a visitar su morada. 

Todas las tardes salía de mi casa hacia la suya en busca de su presencia nuevamente. Pero hoy, es diferente. La pensaba durante todo el día, deseaba encontrarle y saludarle, olerle y recordarle. Al no tenerla durante el día, me acostumbré a que apareciera en mis noches también. Ella concluyó sus asuntos conmigo, pero siempre me pregunté la razón por la cuál ella seguía estando presente. Yo despertaba por las mañanas y ella estaba al lado del café; por las tardes cuándo las nubes anunciaba a la luna, ella aparecía nuevamete. Durante un tiempo, ella eligió estar a mi lado, yo tomaba su figura para besarle y todo su ser se incrustaba en mis receptores cutáneos, bastaba una caricia suya para que yo me transportara hacia la luna, sus labios tenían el poder de llevarme a otra dimensión, de eso no haía duda. Sus besos decían exactamente todo lo que mis oidos querían escuchar y pareciera ser que ella envenenaba mi sangre de vez en vez cada que compartíamos intimidad. En la cama, ella daba las órdenes, le colocaba esposas a mis manos y cadenas a mis piernas, deseaba que fuera cadena perpetua. No podía escapar, sus brazos eran los barrotes y sus piernas eran mi condena. Ella dominó cada parte de mi, eligió mis ropas y también mi manera de vivir. Desde el primer instante que nos conocimos parecío que tuvimos una conexión suculenta: recuerdo el sexo de aquel primer día y desde entonced su recuerdo se quedó como poema en mi mente.

Nunca había estado en una relación así de intrépida, intuitiva y com mucha pasión. Las anteriores a ella me lastimaron, jugaron con mis sentimientos y con mis emociones. Busqué y busqué con ella, pero no encontré a tiempo el error. Ellas no tenían ninguna intención de herirme pero lo hicieron. Y, aquel día cuando ella se fue de mi sin explicación, dejó un abismo en mi interior. Bajo el estruendo, esperé a que saliera de su habitación, esperé la apertura de su puerta, quería entrar a su casa y pasar la noche ahí, pero fallé en el intento. "Tenía frío, por eso no salí, lo siento. En verdad, lo siento", leí su mensaje de texto al llegar a mi casa quedando perplejo.

-Te hubiera merecido. 

-Me hubiera quedado otro rato, lo prometo.

Pero no quizo saber nada más de mí. 

Su recuerdo se ocultó entre las sombras de la noche y detrás de las tazas calientes de su cocina. Tomé aire y regresé a mi casa anhelando su aroma y su voz por última vez. Incrédulo todos los días del siguiente mes regresé, pero nunca fue.

Nada resultó como lo planeado aún sintiendo aquella conexión tan pura y tan intensa, aprendí que la obstinación y la terquedad no sirven de nada cuando no se tiene una respuesta. Ser perseverante con ella resultó en callos en los dedos de las manos y costras en las nalgas de tanto estar sentado por ella esperando. Tal vez me dejó porque no necesitaba un guardian de sueños. No se puede ser tan tierno cuando traen tu corazón en sus manos y juegan con él su juego. No puede haber silencio en una habitación con paredes ligeras y cognac en el suelo. 

La culpa no es de ella, claramente. Yo acepté sus condiciones desde el primer día. Yo fuí el que se equivocó. Pensé que ella se quedaría conmigo después de compartir tanto sudor. No sé si fue un amor moderno o un amor mal interpretado, como sea que haya que haya sido, otra vez salí lastimado. 

Ahora que ya no voy debajo de su balcón eaperando a que salga para pedirle perdón, he estado entendiendo que en el amor nunca se tiene la razón, que se debe de alimentar cada vez más la parte del corazón que te dice que mereces algo mejor,algo. Los hubiera ni con ella ni sin ella no existen y hoy por fin lo comprobé. Hubiera preferido una vida con ella, pero hoy estoy mejor sólo que mal acompañado, ya lo sé.

Pero,  ¿Podrá reconocer ella que no me abría la puerta porque estaba con él? No lo sé.

Pensé que yo había tenido equivocaciones, que la manera de procurarte tenia sus errores. Pero ahora sé que yo no tuve la culpa sólo, la tuvo ella también, recibo su mensaje de vez en cuando y ya no mueve las  aguas profundas de mi ser. No supe lo que pasaba frente de mis ojos en aquellos días, no creí que hubiera más gente entre nosotros.

La amé. 

Pero desde hoy, el tierno se fué.

Comentarios

Entradas populares