Querubín.

 

Desfiles en tu honor se habían organizado con anterioridad, pero; éste que está por comenzar es el más importante. -Según ellos.

Los hombres se montan en sus equinos y cabalgando desde cordilleras lejanas han partido hasta tu morada. Ellos son siempre fieles a sus principios y vienen con claros objetivos. Obstinados, comenzaron su recorrido, sin embargo, ellos no esperaron a que el sol anunciara su llegada para partir. Desde ahí su precaria índole se ha vuelto a desenmascarar; siempre limpios, siempre alegres, pero mal organizados en la mente y mal dirigidos en el corazón. Es difícil definir a donde apuntarán sus binoculares, pero cuando fijan un objetivo para comenzar a transgredir lo hacen hasta el cansancio. Seducen y atrapan con desfiles llenos de colores, realidades aumentadas y transformadas al híper-realismo porque te llevan marchando con honores pero su celebración va acompañada de castigos.

Cuando te percatas de la marcha en tu honor: todos aplauden la acción y todos gozan de tu presencia, “ponte cómodo en tu silla” te dicen, para poder disfrutar de la conciencia. Luego, te sientan y te quedas cómodamente postrando tus nalgas en la madera y observando el espectáculo; te tratan como si fueras una realeza pero eres un simple lacayo.
Obstrucciones con violencia para los que quieren ver sin boleto. Obstrucciones de las calles aledañas también, para evitar futuros combates y aumentar el esparcimiento. No se sabe para qué han llegado los cabalgantes, no se sabe quien ocupa el trono o el personaje que actúa como su gobernante. Ni los sirvientes lo saben, porque se atreven  a utilizar su nombre. Ni los sirvientes lo saben porque actúan con turbantes en los ojos y violentan a todo coste a través de su nombre. Lo que sí se sabe es que el desfile ha comenzado ya, y, no serás cargado en hombros como ellos aseguran al finalizar. Te arrastrarán todo el camino,  terminarás con mugre en las orejas y en las uñas como su deidad. Hay ocasiones que te arrastrarán y sentirás que caminas como una cucaracha percibe su existencia. La realidad es que brotarán curvas de escamas; como la piel de las serpientes se pintará tu falda, porque ese honor que ellos dicen tener, no los llena ni el copete con el que se peinan, mucho menos les resbala hasta los tobillos. Las orejas las tienen demasiado grandes pero al caminar la corona se les cae frecuentemente. Muchas medallas llevan sus pectorales, las clavan en sus uniformes pulcros para imponer respeto. Brillo en el casquillo de la bota que refleja su frente y su cabeza pelona porque el copete si no se cuida se trasquila como muerte se le ha dado al bandido.

Sin el sol llegaron, y sin el sol partirán. Están  caminando hacia ti, porque les dijeron que el desfile ha sido creado en tu honor, pero a veces hasta me pueden <<engañar>> a mí. Vienen y se van atemporalmente como cirqueros de pueblo; dejan olores apestosos y heces en el suelo para su desintegro. Los integrantes de todo su escuadrón están a la orden del día, salen con sus relinchadores y con sus pistolas, pero también con sus panzas vacías. No hay amada que prepare la cena, ni doncella que prepare el desayuno. Se levantan a oscuras y, a oscuras también emprenden su rumbo. Ellos tienen tareas específicas que han sido impuestas por algunos más altos que ellos. Obedecen sin preguntas como si estuvieran obligados por las falsas plenitudes que generan cuando los van subiendo. Repiten todos los días el servicio sin paga, sin comida y sin luz, como antes se obligaba a trabajar a los elefantes en el oriente. Como tiburones en el mar, los caballos sólo cumplen su función, cuando se les ordena ahí están y, hasta cansados van a galopar. Ellos saben que no tienen lugar en la tierra, ellos saben que no son apreciados en el mar. Pero las medallas en el pecho de esos hombres, alumbran falsos objetivos, otros hombres les han tocado y lastimado y así se consuman sus prodigios. Ellos piensan que no tienen otro remedio que caminar a oscuras, lastimosamente, no tienen otro remedio que oler sus apestosas patas y de sus maestros; limpiar las pezuñas.
Falsos dioses dan órdenes y los bigotones del escuadrón asienten. Se sientan sobre sus montad y salen a preñar hasta con los dientes. Manchan sus guantes blancos, porque no les importa mucho la estética. En la oscuridad no se ve nada: la luz no se siente, tampoco suena la métrica.

 

<< Elige bien tu asiento porque será para toda la vida, ve a donde haya luz, de ahí emana el agua que santificará tu alma y dignificará a ti y a tu familia.

Elige bien a los compañeros depósitos de tu confianza y amor.

No vivas en penumbras ni engañes al que consuela o al que sirve, porque todos tienen su función.

No traiciones, ni mates ni engañes porque tú crees que te salvas al morir, pero sufrirán todos los descendientes que dejes ahí y sus futuros frutos estarán manchados. Serán amargos e incomibles. Ellos seguirán siendo esclavos.

No te pongas medallas en el pecho; porque las medallas se ponen solas. Las medallas conocen su cauce como agua en el río, ellas cuando llegan con humildad y penetran tanto llegando hasta los huesos.

Ama y siéntete amado, porque ese es tu único derecho>>

 

El sol que de repente hace su arribo, tiene rayos para todos sin discriminar. El sol es como nuestro mejor amigo, no puede salir sin darse a notar. Todos aplauden y reverencian al ser que ha llegado al último pero que come primero, porque sus hombres tienen luz para poder cazar y preparar sus alimentos. Toda su familia aplaude porque la utilidad de sus habilidades motoras es destacada, las joyas en sus cuellos generan más euforia, una euforia desatada pero equilibrada.
El espectáculo ha comenzado ya y tú no eres más que un espectador. No creas que eres el invitado de su deidad, no caigas en las redes de su falso amor. Es una deidad que no conoces, porque no te dejará verle nunca, pero que escuchas cada noche cuando llega tu desvelo porque actúan hasta en los sueños.  Sinceramente, es un espectáculo muy pobre y muy ruin. No hay comida, ni bebida, yo no sé qué haces ahí. Es un espectáculo muy lento, hay ocasiones que parece que eso no tendrá fin. Pero ya no mires el espectáculo porque no hay cantares, ni bailables: es un falso festín. Mejor sal a caminar cuando haya salido el sol, prepara tus alimentos naturalmente sin gas embotellado, comparte los alimentos con buenas compañías y verdaderos testimonios.

 

De este lado de la puerta; todos los desfiles son para ti. Todas las marchas, todas las trompetas y todos los galopes: por ti. De este lado de la puerta, todo se hace a tu gusto pero sin capricho. Toman en cuenta tus alergias y tus intoxicaciones para que no corras peligro. Todo es bajo en sodio y sin azúcares añadidas como una buena dieta. No te preocupes por la basura que se vaya a generar, los cerdos pasarán remoliendo todos los restos y jamás se cansarán. ¿Qué te hace falta? Es una pregunta recurrente, debes ya de tener una respuesta contundente, porque los redobles suenan y estamos seleccionando gente. De este lado de la puerta si se oye la melodía, se ve la centella y se canta y baila con alegría.

¡Ten! toma asiento. El asiento de oro es del rey, pero lo comparte contigo. Antes había puro cobre, pero, ahora, las perlas suenan hasta en los ríos.


La nostalgia de su show se expande con muchas cuadras de extensión, pueden estar cambiando de modalidades pero manteniendo el amorfismo desamparado de los colores significativamente trágicos advierte de sus falsas realidades.
Pareciera como si estuviéramos en las nubes: siempre volteando hacia abajo y con una sensación de supremacía tan espectacular. Así se siente cuando estás sentado en la cima, sin especular. El organizador del evento lleva mucho tiempo haciendo esto, pero, nada es para ti, tú solo estás sirviendo. Tú, sólo te encontrabas viendo. Si lo tomas de la mano es porque quieres ser el invitado de honor y su lacayo. El festín está comenzando porque las trompetas suenan a lo lejos. Comienza el sonido y se siente tan cerca, como si el fuego estuviera al acecho y el ardor fuera su delator. Trombones y casquillos generan mucho estruendo, pero sólo detonan sin que haya tímpanos dispuestos.

El yunque de hierro está soldado ante la puerta gigante con un carabinero de vigía. Vigilar es su deber. Caminando o galopando no importa el desplazamiento que ellos tengan; no habrá paso, son órdenes del más grueso, del más alto: el alfa es el que ordena. Las órdenes del más alto y del más necio son bastantes claras: los querubines no se mueven: los carabineros, cual muralla. El desfile ha comenzado, sin embargo no tomará lugar. Ha comenzado desde sus orígenes pero no llegará hasta su destino final. Se perderán los integrantes de su escuadra una vez que lleguen a la puerta. Se desviarán de caminos generando histeria y cansancio., se retirarán con rabieta y dejarán de sonar sus trompetas. Armas sonando, rugiendo como leones. Cañones apuntando por si la gente se impone. El desfile es para ti, si tú crees que eres el invitado. No te bajes de la muralla pues, porque tú ya habías llegado y habías pasado al otro lado. Porque todo se ve mejor desde dentro de la ciudad amurallada. El océano está dispuesto a llevarse a todos los del show, a todos que caminan con ajenas entrañas. Percátate de sus principios inmorales y de dudosa procedencia, sus órdenes tambalean así como las patas de sus mesas.


En algún tiempo el desfile fue para mí, el asiento al lado del rey, también era para mí. Cantaron y bailaron sin permiso y sin fundamentos. Yo estuve ahí, marchando con ellos por un tiempo. Hasta que mis orejas se aclararon y sus medallas se cayeron. Desde ese entonces yo no me he movido de mi muralla, yo me he quedado aquí adentro.

Yo soy un carabinero experimentado. Yo soy fuerte, inalcanzable, cual marfil...

...Como querubín.

No hay temor de éste lado de la ciudad porque las órdenes están bastante claras, son <<longevas>>, en cambio las de ellos: sólo se quedan en la vereda. Sus decisiones son espontáneas, mal planificadas, así como sus eventos, inició por iniciar pero es momento de que terminen y lleguen arrepentidos pidiendo un lugar. Pidiendo que se les deje entrar. 


Que avancen lo que quieran, ¡Que avancen!, que caminen lo que quieran, ¡Que se cansen!, caminaran al rededor porque la muralla ahora es invisible así como mi padre. Es invisible porque es impenetrable. Impenetrable como mi mente, como mi consciencia, como mis sueños y como mi sangre.

 

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